De Veracruz a la píldora: ciencia, sociedad y el nacimiento de la biología de la reproducción en México

Por: Dr. Fernando Larrea Gallo

Fecha de publicación: 19/11/25

El Dr. Fernando Larrea Gallo es médico e investigador en endocrinología reproductiva.

Ha trabajado en el Instituto Nacional de Ciencias Médicas y Nutrición Salvador

Zubirán y ha colaborado en proyectos sobre salud sexual y reproductiva en México

y América Latina.

Nos comparte la siguiente información publicada en el Boletín informativo Dirección General de Políticas de Investigación en Salud (DGPIS-SSa) del día 15 de septiembre de 2025:

La historia de la píldora anticonceptiva no es solo la crónica de un fármaco, sino el

relato de cómo la ciencia, la industria, el activismo social y la lucha por los

derechos de las mujeres se entrelazaron en uno de los cambios culturales más

profundos del siglo XX.

También es una historia en la que México ocupa un lugar central, aunque muchas veces invisibilizado, al convertirse en el escenario de descubrimientos que transformaron la vida de millones de mujeres en todo el mundo.


Desde los primeros pensadores sociales, como Charles Fourier y Robert Owen, que a inicios del siglo XIX imaginaron sociedades más justas en las que hombres y mujeres fueran iguales, hasta la Conferencia de El Cairo de 1994, que consagró la salud reproductiva como un pilar del desarrollo humano, la idea de que las personas, y en especial las mujeres, deben poder decidir sobre su reproducción ha recorrido un camino largo y accidentado.

En el terreno de la ciencia, el fisiólogo austríaco Ludwig Haberlandt imaginó en 1921 lo que parecía un sueño: que las hormonas pudieran usarse para controlar la fertilidad. Sus experimentos en animales fueron un anticipo de lo que vendría después. En 1933, Willard Allen y George Corner lograron aislar la progesterona, la hormona que regula el ciclo menstrual y que se convertiría en el centro de la primera revolución tecnológica anticonceptiva.

El gran giro, sin embargo, ocurrió en México. En la década de 1940, un químico estadounidense de carácter excéntrico, Russell Marker, encontró en la selva veracruzana la planta Dioscorea mexicana, conocida como “cabeza de negro”. De ella aisló la diosgenina, un compuesto esteroideo ideal para sintetizar progesterona y otros derivados. Con ese hallazgo, fundó en 1944, en la Ciudad de México, la empresa Syntex, que pronto se convertiría en un centro de innovación científica de impacto mundial.


En los laboratorios de Syntex, en 1951, el joven químico mexicano Luis Ernesto Miramontes, bajo la dirección de Carl Djerassi y George Rosenkranz, sintetizó la noretisterona, la primera progestina con eficacia anticonceptiva por vía oral. Ese día, México dio al mundo una molécula que cambiaría para siempre la relación entre las mujeres, la reproducción y la libertad. Con ella se abrió la puerta a la primera píldora anticonceptiva y al nacimiento de una nueva disciplina biomédica: la endocrinología reproductiva, hoy integrada bajo el nombre de biología de la reproducción y salud sexual y reproductiva.

El camino hacia la píldora también estuvo marcado por el activismo. Margaret Sanger, enfermera y activista estadounidense, y Katharine McCormick, bióloga y filántropa, impulsaron durante décadas la idea de que las mujeres debían tener acceso a métodos eficaces de control de la natalidad. Fue McCormick quien financió con su fortuna personal los estudios de Gregory Pincus y John Rock en Estados Unidos, que culminaron en 1960 con la aprobación de Enovid, el primer anticonceptivo oral. En su formulación estaban presentes hormonas sintéticas de origen mexicano, productos del ingenio científico desarrollado en Syntex.

Durante los años cincuenta, Syntex no solo exportaba más de la mitad de las hormonas sexuales consumidas en Estados Unidos, sino que también publicaba casi un tercio de los artículos científicos sobre la síntesis de esteroides en el mundo. La revista Fortune no dudó en llamarla “la mayor revolución tecnológica al sur de nuestra frontera”.

Pero la historia de la anticoncepción en México no se limitó a los laboratorios. En 1965, en el Hospital de Enfermedades de la Nutrición (hoy Instituto Nacional de Ciencias Médicas y Nutrición Salvador Zubirán), el doctor Carlos Gual, fundador del departamento de Biología de la Reproducción, estableció la primera clínica pública de planificación familiar, a pocas cuadras de donde funcionaba el laboratorio de hormonas.

No faltaron resistencias: la clínica fue apodada “la clínica del diablito” en una época en la que la política oficial seguía siendo pronatalista. Dos años después, en 1967, ahí mismo se inauguró el primer curso universitario en biología de la reproducción, que obtuvo el reconocimiento de la División de Estudios de Posgrado de la Facultad de Medicina de la Universidad Nacional Autónoma de México en 1969 y se convirtió en semillero de generaciones de especialistas.

El impacto social de la píldora fue profundo. Permitió a las mujeres planear su maternidad, acceder a la educación y al trabajo y ejercer sus derechos reproductivos de manera más plena. Como escribió Carl Djerassi alguna vez, sin la píldora la revolución sexual de los sesenta habría sido impensable. En México y América Latina, además, se desarrollaron innovaciones adicionales: la minipíldora, los anticonceptivos inyectables y, más tarde, la anticoncepción de emergencia, todas con participación activa de grupos nacionales.

Aun así, los desafíos no han desaparecido. La mayoría de los métodos anticonceptivos siguen recayendo en las mujeres, mientras que los hombres permanecen como actores pasivos en esta historia. Las demandas actuales incluyen el desarrollo de métodos anticonceptivos masculinos efectivos, de una “píldora mensual” que simplifique el uso y de tecnologías duales que protejan al mismo tiempo contra embarazos no deseados e infecciones de transmisión sexual, la llamada segunda revolución tecnológica en anticoncepción que todavía está por llegar.

El legado de esta historia es doble: científico y social. Científico, porque México mostró al mundo que un país en desarrollo podía convertirse en el epicentro de la innovación biomédica con repercusiones globales. Social, porque la anticoncepción hormonal se convirtió en una herramienta para la autonomía de las mujeres y la construcción de sociedades más justas.


El investigador sueco Egon Diczfalusy, pionero en endocrinología reproductiva, solía recordar que la tarea de los científicos no es solo descubrir, sino también educar con evidencia y combatir la ignorancia. En tiempos en que persisten el fanatismo y el oscurantismo en torno a la salud reproductiva, su advertencia sigue siendo vigente: solo la ciencia, y no el prejuicio, podrá mejorar la vida de las generaciones futuras.

Hoy, al repasar el camino que va desde una raíz veracruzana hasta la píldora anticonceptiva, descubrimos también la historia de cómo nació en México una disciplina biomédica, la biología de la reproducción, que transformó la medicina, la salud pública y, sobre todo, la vida de millones de mujeres. Una historia que merece ser contada y recordada no solo como un logro farmacológico, sino también como un paso fundamental en la lucha por la dignidad y los derechos humanos.

La historia de la píldora anticonceptiva no es solo la crónica de un medicamento, sino el relato de cómo la ciencia, la industria y el activismo social confluyeron para transformar la vida de millones de mujeres en el siglo XX. En este ensayo, se reconstruye el papel decisivo de México en esa historia: desde la extracción de la diosgenina en Veracruz hasta la síntesis de la primera progestina oral en los laboratorios de Syntex, pasando por la creación de clínicas y programas académicos que consolidaron la biología de la reproducción como disciplina médica.

Más allá de la química y la endocrinología, la píldora significó libertad, autonomía y derechos. Su desarrollo abrió el camino a un nuevo orden social en el que las mujeres pudieron decidir sobre su fertilidad y en el que México quedó inscrito en la memoria de la ciencia mundial como protagonista de una revolución cultural.

Referencias:

  1. Larrea Gallo, F. (2025). De Veracruz a la píldora: ciencia, sociedad y el nacimiento de la Biología de la Reproducción en México. Boletín informativo Dirección General de Políticas de Investigación en Salud (DGPIS-SSa), 21-23. https://www.calameo.com/read/007872680e760c8e7c607

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