Cambios maternos y fetales durante el embarazo: Creciendo juntos “Dos en uno”
Por: Dra. Brenda Ramírez García is.breendrive@gmail.com
Bajo tutoría de: Dra. Verónica Zaga Clavellina v.zagaclavellina@gmail.com y Dra. Andrea Olmos Ortiz nut.aolmos@gmail.com
Fecha de publicación: 01/10/25
LABORATORIO DE INMUNOLOGÍA DE LA UNIDAD FETO-PLACENTARIA
INPer “Isidro Espinosa de los Reyes”
El embarazo es un proceso biológico complejo que implica transformaciones profundas tanto en el organismo materno como en el feto en desarrollo. Dichos cambios no ocurren de manera aislada, sino de forma progresiva y secuencial a lo largo de los tres trimestres gestacionales. Cada etapa posee características propias que aseguran el adecuado crecimiento del bebé y la preparación de la madre para el parto y la lactancia. Con base en la información del American College of Obstetricians and Gynecologists (2024), se revisan a continuación los eventos más relevantes de cada trimestre, resaltando su impacto clínico y fisiológico.
Primer trimestre (1–13 semanas)
El inicio del embarazo se distingue por la organogénesis, es decir, la formación de los principales sistemas del embrión. Durante las primeras semanas se establecen estructuras vitales como el corazón, el sistema nervioso central y los riñones. La adecuada formación del tubo neural resulta crítica, ya que su cierre defectuoso puede ocasionar malformaciones como la espina bífida, lo que justifica la suplementación con ácido fólico en este periodo.
Un acontecimiento simbólico ocurre alrededor de la sexta semana, cuando puede detectarse el latido cardiaco fetal mediante ultrasonido transvaginal, representando uno de los primeros signos objetivos de vida intrauterina.
Paralelamente, la placenta empieza a cumplir un rol activo en la secreción de progesterona, hormona indispensable para la continuidad del embarazo.
La madre experimenta síntomas relacionados con la acción hormonal, entre los que destacan náusea, vómito, somnolencia y sensibilidad mamaria. Además, se incrementa la producción sanguínea para suplir las demandas fetales, lo que puede traducirse en anemia fisiológica del embarazo, considerada una adaptación normal del organismo.
Segundo trimestre (13-28 semanas)
Durante el segundo trimestre, el feto entra en una etapa de rápido crecimiento y de maduración funcional. A partir de la semana 16, las técnicas de imagen permiten identificar el sexo fetal, mientras que hacia la semana 20 la madre percibe por primera vez los movimientos activos de su bebé, resultado del fortalecimiento neuromuscular y de la maduración del sistema nervioso.
Un aspecto clave de esta etapa es el inicio de la producción de surfactante pulmonar alrededor de la semana 24, sustancia que permitirá al recién nacido expandir adecuadamente sus pulmones tras el nacimiento. El fondo uterino alcanza la altura del ombligo en la semana 20 y, a partir de ahí, crece aproximadamente un centímetro por semana, lo que sirve como referencia clínica en los controles prenatales.
La vigilancia materna cobra especial relevancia en este periodo. Después de la semana 20 se recomienda evaluar la presión arterial para descartar hipertensión gestacional, y entre las semanas 24 y 28 se realiza el tamizaje de diabetes gestacional, condición que puede alterar tanto el desarrollo fetal como la salud materna si no se detecta a tiempo.
Tercer trimestre (28-40 semanas)
En la etapa final del embarazo, el feto se prepara para la vida extrauterina. Se desarrollan habilidades sensoriales, como la capacidad de percibir sonidos, responder a estímulos luminosos y realizar movimientos de succión. Hacia el final de la gestación, el bebé alcanza un peso promedio entre 2.7 y 4 kg y una longitud de 48 a 53 cm.
La madre, por su parte, prepara sus glándulas mamarias para la producción de calostro después del parto. El calostro es la primera leche materna, rica en inmunoglobulinas que brindan protección inmunológica al recién nacido. También es común la aparición de contracciones de Braxton Hicks, que se caracterizan por ser irregulares y no dolorosas, funcionando como una preparación para el trabajo de parto.
Alrededor de la semana 36, el feto desciende hacia la pelvis en un fenómeno conocido como “encajamiento”, posicionándose para el parto vaginal. En paralelo, el crecimiento del útero ejerce presión sobre estructuras vecinas, lo que explica síntomas frecuentes como disnea, urgencia urinaria, edema y várices en miembros inferiores.
El embarazo es un periodo de profundas adaptaciones fisiológicas que permiten el desarrollo fetal y la preparación de la madre para la maternidad. Cada trimestre presenta hitos específicos que reflejan la interacción armónica entre los sistemas maternos y el crecimiento intrauterino. Comprender estos cambios no solo tiene un valor académico, sino que también facilita la atención clínica, promueve la vigilancia adecuada y contribuye a mejorar los desenlaces perinatales.
Referencia:
American College of Obstetricians and Gynecologists. Changes During Pregnancy [Internet]. ACOG; 2024 [ citado 2025 Sep 1]. Disponible en: https://www.acog.org/womens-health/infographics/changes-during-pregnancy